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Una  plaza para Soto de la Marina

El solar propuesto para la construcción de un centro cultural no parece el más adecuado desde el punto de vista urbano, encontrándose segregado del pueblo por una carretera muy transitada  y junto a una zona industrial. Ante este condicionante de partida, surge la respuesta de crear un lugar que dé sentido al programa del edificio que se propone.

Este lugar será una plaza pública, un espacio de encuentro, protegido, luminoso, que se cierra a la carretera y a la zona industrial  y, en cambio, se vuelca a la futura zona verde situada al sur.

Con esta plaza se intenta dotar a este núcleo urbano tan desestructurado de un centro significativo, configurar un hito donde se puedan las actividades culturales que se proponen en el proyecto, así  como los eventos típicos de la zona: fiestas, mercados, competiciones de bolos...

Un vial atraviesa la parcela dividiéndola en dos partes, un triángulo y un trapecio.

La zona triangular se propone como zona verde y deportiva, un colchón vegetal que sirve de filtro con la industria. En el trapecio construimos la plaza, a la que se accede desde la esquina noroeste de la parcela (el punto más cercano al núcleo urbano).

Para proyectar la plaza utilizamos dos estrategias: liberar el mayor espacio posible  y  conseguir que el conjunto de los edificios tengan un aspecto unitario. Así, llevamos lo edificado a los bordes, colocando cada pieza programática a continuación de la siguiente, buscando un edificio estrecho y largo que se retuerce y encierra un lugar.

Para dar homogeneidad al conjunto, trazamos una diagonal principal en la parcela que genera la directriz estructural del edificio y establece la línea de mínima pendiente de la cubierta, cuya limahoya se convierte en una línea donde se recoge el agua de lluvia, fenómeno atmosférico característico de la zona.

El exterior metálico, oscuro y escamado, es entendido como una continuación de la cubierta; como una envolvente que refuerza la idea de acoger un lugar interior; esta piel dura y rotunda hacia la carretera, presenta perforaciones que te introducen en la plaza. En el interior el carácter cambia. Si fuera teníamos dureza y rotundidad, al interior confiamos en el vidrio laminado coloreado para dar un carácter más amable y ambiguo a la plaza.

La volumetría del conjunto viene definida por dos planos, uno inclinado que genera las pendientes y diferentes alturas del edificio, y uno horizontal que configura el soportal perimetral de la plaza así como las cubiertas de los usos de una altura. La intersección de los dos planos crea superficies de iluminación y ventilación.

En conclusión la coincidencia de estos dos planos inclinado y horizontal generan y matizan las características de los diferentes espacios del centro cívico-cultural Soto de la Marina.

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