Aunque hace ya varios años que el antiguo mercado de Alcañiz dejó de ser usado como tal, seguirá siendo una prolongación de la plaza mayor: ahora como espacio para la socialización, el ocio y la formación de la infancia. 

El monumental espacio interior del edificio se reincorpora a su entorno con un uso diferente, gestionado mediante la inserción en él de un nuevo elemento construido; un ejercicio de ocupación estratégico, respetuoso, reversible e independiente de la estructura existente, a través de dos niveles de ocupación, limitados al espacio general por una piel continua y materialmente homogénea. 

Esta pieza es capaz de gestionar el acceso y la salida de la gran sala, dar lugar a nuevos y diferentes niveles de ocupación y resolver el paso entre ellos, generar espacios cerrados para los nuevos programas educativos en las naves laterales; todo bajo la premisa de mantener el espacio del antiguo mercado como lugar de juego público preservando íntegras sus cualidades espaciales originales, sin que estas se vean mermadas por la intervención. 

Así pues, la colocación de esta pieza estructura el espacio formando un vestíbulo público entre el espacio exterior y la gran sala de juego, desde el cual se accede a los nuevos espacios del centro; se sitúan en planta baja y el nuevo nivel altillo, y consisten fundamentalmente en aulas-taller organizados por edades que van desde los 0 a los 11 años. El reaprovechamiento de una antigua escalera y la prolongación del ascensor permiten acceder así mismo a las salas existentes sobre el acceso al edificio, anteriormente en desuso. 

Son dos premisas las que determinan la materialización del proyecto: la nula afección al edificio original y sus estructuras, y la construcción en seco desmontable. 

En este sentido se adoptan las técnicas precisas; se opta por levantar una estructura principal metálica atornillada con soportes independientes de las columnas y muros existentes, y forjados de madera laminada con tarimas de virutas OSB como entrevigado. Los cerramientos se realizan con paneles de cartón yeso sobre subestructuras metálicas y de madera, según sección de paramiento. Los revestimientos se realizan con piezas de diferente sección y longitud de madera de coníferas (pino Flandes, pino melis, y abeto blanco); la textura exterior se consigue mediante la modulación de las diferentes secciones de madera y su colocación paralela a la pared (en zonas de cerramiento opaco) o perpendicular a las aberturas (celosías).