Desde el año 1988, la Fundación Mies van der Rohe de Barcelona organiza, con el apoyo de la Comisión Europea, el Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europa, el galardón de arquitectura más prestigioso de Europa y uno de los más importantes del mundo. En 2011 se celebrará la 12 edición del premio y el 25 aniversario de la reconstrucción del Pabellón Mies van der Rohe.

En el año 2000, la Fundación Mies van der Rohe presentó el Premio Mies van der Rohe - añadiendo la Mención Especial Arquitecto Emergente que reconoce el trabajo de jóvenes profesionales al inicio de su carrera-a la Comisión Europea para crear el "Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea». En 2001 se convirtió en el premio de arquitectura oficial de la UE.

Esta exposición presenta una selección de maquetas del archivo que, como el premio mismo, ofrece una amplia muestra de la producción arquitectónica contemporánea europea. La muestra se basaba en mostrar una colección de maquetas organizadas por programa, en los que había que establecer una jerarquía que distinguiera los diferentes niveles de reconocimiento de los proyectos presentados.

Establecida esta premisa, el reto se basaba en encontrar un mecanismo arquitectónico que permitiera que el conjunto de maquetas convivieran armónicamente con un espacio en triple altura, al que se accede desde su nivel intermedio. Por tanto, la dificultad radicaba en cómo crear un escenario en el que las maquetas (elementos que hay que favorecer ver en detalle y por lo tanto en proximidad) no se diluyeran en el espacio.

La solución de la intervención viene derivada del hecho de que el conjunto constituía una especie de ciudad en miniatura, una ciudad de los mejores edificios europeos: viviendas, equipamientos culturales, espacios de trabajo ... una selección privilegiada de todos aquellos edificios que equipan y hacen la ciudad, ahora reunidos.

Esta idea se lleva al extremo y se convierte en el eje de la actuación. En primer lugar se decide que más que competir con las complejas características espaciales de la sala, la actuación se supeditará al suelo, se anclará. Para ello se aprovecha el condicionante preestablecido que reclamaba evidenciar los diferentes niveles de reconocimiento de las maquetas (lo que se traduce en 2 niveles de alturas para presentar las maquetas) y se conduce a la creación de un soporte que genera una topografía artificial y abstracta para acomodar las maquetas.

El resultado es un elemento que visto desde el acceso ofrece la posibilidad de su lectura en planta, de la ciudad en su conjunto. En cambio, el perfil irregular de este elemento permite una notable aproximación del visitante a las maquetas.

Esta topografía se estructura en elementos modulares que constituyen una unidad abstracta. Esto permite que posteriormente los módulos se puedan reutilizar como mobiliario de uso habitual por la sala.

Finalmente, un plano de fondo donde se presentan una selección de imágenes del Pabellón Mies van der Rohe constituyen el reclamo desde el nivel de acceso.