Reforma integral de una vivienda situada en un segundo piso de un edificio de treinta y tres años de antigüedad. Vivienda de noventa y cinco metros cuadrados, muy compartimentada en su origen, por medio de largos pasillos y distribuidores. Si a esto, le sumamos la orientación de la misma; noroeste, que junto a la altura del edificio y de los edificios próximos, repercute negativamente en el aprovechamiento de la luz, dando lugar a una vivienda oscura, de poca calidad lumínica y espacial.
La idea principal fue conseguir una vivienda funcional sin renunciar al espacio y la luz.
El espacio se resolvió liberando toda la tabiquería existente y creando un módulo contenedor de las zonas húmedas de la vivienda, así como de sus instalaciones. Módulo que separa los dos dormitorios y que irrumpe en la zona de día sin perder la sensación de espacialidad longitudinal de esta estancia principal.
Era importante mantener la casa lo más abierta posible y que entrara la mayor cantidad de luz, por eso, la planta es diáfana y solamente se separa de los dormitorios con un sistema de correderas ocultas, que dan continuidad al espacio hasta los límites del mismo, y a su vez, garantizan la privacidad de estancias. Se conservaron todos los huecos existentes minimizando al máximo la carpintería y conseguir así, el mayor aprovechamiento de luz, luz que está presente en todos los espacios de la vivienda.
El diseño, también tomó parte en la percepción global de la vivienda: la elección del color blanco en potenciación de la luminosidad de la vivienda, la sensación de elevación de muros perimetrales así como de elementos separadores, el uso del vidrio como material propagador de la luz y el espacio, el estudio de la luz artificial en obtención de diferentes ambientes...