Acercarse a la obra de José M. García de Paredes y explicarla como un ideario que persiste en el tiempo, es el tema de esta tesis. Tomando prestado el término “explicar” en el sentido que Stravinski le da en su Poética musical: desplegar, describir, descubrir y aclarar su génesis, se comprueban las relaciones que cosas aparentemente dispersas tienen entre y cómo se origina la arquitectura, una vez que ésta tiene vida propia pasado el tiempo.
El origen de esta tesis se encuentra en el orden y estudio de su archivo, realizado a partir del año 1990. García de Paredes, titulado en Madrid, fue arquitecto entre 1950 y 1990. No fue un teórico, si bien conoció en profundidad la teoría y dejó escritos y reflexiones sobre arquitectura. Sus obras, aparentemente distintas, son silenciosas y muchas encierran planteamientos rotundos que permanecen voluntariamente en penumbra. Quizá es la relación a lo humano, al espacio que precisa cada persona y cada situación, a la dimensión que necesita cada proyecto, lo que hilvana obras aparentemente distintas. Esta manera de ver la arquitectura requiere dar forma a algo inmaterial como son las necesidades humanas o sus deseos y dar forma al espacio para el destinatario de la arquitectura. Esto requiere tomar distancia con la obra, manteniendo en un voluntario silencio las intenciones más personales del arquitecto.
La tesis se basa en el material heterogéneo del archivo y se ordena en once capítulos relativos a esas cuestiones de arquitectura en torno las que gira un pensamiento, cuestiones que son a la vez antiguas y contemporáneas.
Este legado de documentos constituye un fragmento de la arquitectura contemporánea española y desvela una obra en un momento en el cual el escenario de fondo del debate sobre arquitectura era ético. De manera casi artesanal, vinculado a las artes plásticas y a la música, utiliza los medios materiales a su alcance, interpretando la realidad de una forma personal, alejada de la frialdad del movimiento moderno estricto, con una voluntad de mejorarla y de prescindir de todo aquello que no sea necesario. Las obras dan respuesta a la realidad de tal manera que la transforman, como si de un “mágico realismo” se tratara. Los documentos, explican el por qué las obras y cómo los acontecimientos se entrelazan para llegar al conocido resultado final. Y de un primer análisis, disponiéndolos a la vista de un mismo tiempo, va surgiendo otro interés que no es el de explicar las obras sino el de observar el proceso de trabajo de un arquitecto para desvelar un método de proyecto.
Sobre el método de trabajo de un músico, Azorín se pregunta en su artículo “Vida imaginaria de Falla” cómo compone un músico. Falla le responde: “Mi querido amigo, mi trabajo de compositor no es tan misterioso como usted imagina: podría compararse al de un escritor que fuera a la vez arquitecto”.
La complejidad del proceso arquitectónico nos presenta resultados finales que sólo a través de una observación minuciosa permiten entrever el recorrido desde el pensamiento hasta la obra acabada. El arquitecto construye y da forma a una realidad y para ello debe mirar, escuchar y debe saber hacer. Analizar este proceso nos lleva inexorablemente a desvelar las claves que hacen valiosas determinadas arquitecturas.
En junio de 1986 García de Paredes escribe el texto “Tres paisajes con arquitecturas”. El texto describe tres paisajes culturales diferentes en distintos tiempos. El primero es un Madrid neoclásico, el segundo es la Alhambra. En el tercer paisaje “Paisaje con Ruinas” tras describir las hermosas ruinas físicas del pasado concluye con una reflexión:
“Qué clase de ruina producirá nuestra modesta arquitectura del siglo XX?. Nuestro legado no debería leerse en clave de piedras como las de otras épocas que no disponían de otro lenguaje que el de construir para los tiempos. Sin embargo es posible que surjan otras claves, quizá aún no bien conocidas, que sean para las generaciones futuras de tan clara lectura como la de este tercer Paisaje”.
Encontrar esas claves contemporáneas, es el objeto de este paseo por las obras de García de Paredes. Mirarlas comprendiendo los motivos que las propiciaron, suprimido el tiempo, nos lleva a pensar que la arquitectura de cada momento es sólo un desplazamiento de los anteriores y que puede ser interpretada, más allá de aspectos formales, por otras generaciones, desdibujándose el tiempo donde pretendemos ordenarla. Este legado de claves conceptuales nos es útil ahora para conocer lo que permanece en la arquitectura y pensar en cuestiones actuales a través de papeles antiguos, en el convencimiento de que este ideario es tan válido hoy como entonces.
Pues como escribe Muñoz Molina: “Lo valioso de verdad no se agota, ni se queda obsoleto. Tiene la persistencia de las cosas que duran gastándose y que se vuelven mejores cuanto más se usan porque navegan en el flujo del tiempo”.