La ampliación de la vivienda se plantea a partir de la compra del apartamento contiguo, medianero a través del antiguo salón de la casa. El punto de partida era claro: necesitamos espacio, mucho espacio, un espacio que todo lo pueda, un espacio que permita jugar, comer, almacenar, compartir e incluso estudiar.
Para ello comenzamos a trabajar principalmente en la banda de vivienda orientada al sur y que comprendía el apartamento adquirido, el antiguo distribuidor, el salón y el dormitorio principal con su baño incluido. La banda norte mantendría finalmente su esquema distributivo original con objeto de no encarecer en exceso la reforma.
Así, la ampliación se convierte en el alma de la casa, en un espacio continuo con capacidad de adaptarse a las necesidades cambiantes tanto de la familia como del momento del día en el que se nos encontremos. La luz natural y artificial así como el empleo grandes paneles móviles serán los encargados de articular o separar los distintos usos que pueda albergar dicho espacio. Por su parte, una gran caja de cristal se encarga de establecer un filtro protector entre el espacio exterior y el interior de la vivienda. Ésta funciona como zona de estudio, área de juegos, dormitorio improvisado, sala de plancha… remarcando así esa idea de flexibilidad que propone la nueva vivienda.
Terminada la reforma y reanudada la vida en ella, José Luis, Encarna y los peques siguen siendo buenos amigos, señal de que la casa parece haberse adaptado a sus necesidades.
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