La parcela se sitúa en las inmediaciones de la línea de ferrocarril Zaragoza-Huesca, esto genera unos condicionantes de partida que definen el proyecto final.

Se plantea una estrategia que permita tener buena orientación a todas las piezas vivideras, y a la vez aislar a la edificación del ruido del ferrocarril.

 La estrategia reside en organizar el edificio con una planta en U abierta al Sur, dejando un patio central en el que están orientados los salones y dormitorios, quedando a la orientación opuesta las piezas de cocinas y baños (las cuales ejercen de pantalla acústica)

 A nivel volumétrico no se han agotado las alturas máximas permitidas por las normas de la zona sino que se opta por adaptar el edifico al entorno, colocando una planta menos en la parte frontal del edificio para asegurar el correcto soleamiento del interior del patio.

 A nivel formal se distinguen dos fachadas claramente diferenciadas, una mucho más opaca coincidiendo con la orientación norte y con las vías del ferrocarril, y otra mucho más abierta coincidiendo con la orientación sur del edificio.