Ubicado sobre los antiguos frutales, el solar en forma de L abierta, ha sido absorbido por un crecimiento indiscriminado y con intervenciones sin identidad en un entorno, donde se difumina la tipología edificatoria predominante para empezar a dar cabida a variedades tipológicas que hacen de la zona un lugar con cierto desarraigo.

Con todo esto, la implantación de las nueve viviendas en el solar, con orientaciones varias pero con predominio de la orientación sureste, se realiza mediante dos bloques lineales de cinco y cuatro viviendas con un espacio intermedio a modo de charnela que mejora el soleamiento del bloque de cinco viviendas, además de aportar a la intervención de una imagen abstracta y liberarse de la geometría tan definida del solar.

La imagen de las viviendas es neutra y con cierto grado de abstracción, para intentar aportar al lugar una identidad desaparecida con las intervenciones anteriores, por ello, las viviendas crean un frente continuo con el que se crea el espacio público por excelencia “la calle”, mientras que se separan de la alineación mediante patios para crear un espacio semi-público y aislar la vivienda del movimiento que conlleva una estación de autobuses, mientras que en el testero de cada parcela aparece el espacio exterior privado como pieza a través de la cual respiran e iluminan las estancias de cada vivienda.

Se han desarrollado dos tipologías de viviendas en planta baja, con la misma estructuración general en el resto de plantas, diferenciándose en la ubicación del estar-comedor, y en función de la orientación del mismo, existiendo además en esta planta las zona de día de la vivienda, y un dormitorio. En planta primera, la zona de descanso, con tres dormitorios y baño común, vacío que relaciona esta planta con la baja. En planta de cubiertas o “doblado”, se ha optado por la creación de una estancia alternativa, pieza interior-exterior donde la vivienda se libera y puede disfrutar de las maravillosas vistas de la sierra de San Pedro, frontera con la vecina Portugal.