Esta reducida intervención en un pequeño local de casco histórico de la ciudad Burgos, nace con el principal objetivo de transformar el lugar heredado, una peluquería tradicional, en un espacio de trabajo humilde y confortable.
Ante la sencillez del espacio, son decisiones y estrategias igual de sencillas las que se utilizan para dar forma a la propuesta. La componente diagonal que presenta uno de los lados del local es la que se aprovecha para propiciar una ligera tensión que no solo sirve para ampliar la percepción espacial interior, sino que también es utilizada para organizar los distintos ámbitos dentro de un único espacio. De este modo se genera la zona de acceso en su parte más amplia, el área de trabajo en el medio y la de reuniones al fondo, en un contexto más íntimo y recogido. Al final del local, ya debajo de la escalera del inmueble, y tras una puerta oculta, se disponen la zona de aseo y almacén.
Por su relación con el único hueco al exterior, esta pared diagonal, gracias a su iluminación natural desde el sur por el día y la artificial dispuesta encima de ella por la noche, es utilizada como una suerte de escaparate, un mural expositor que sirve al mismo tiempo como superficie de trabajo interior y reclamo de cara al exterior.
Los acabados persiguen igualmente esta componente sencilla, cálida y al mismo tiempo versátil, y es en los detalles, en los encuentros entre éstos, donde se hace de nuevo patente la naturalidad perseguida en el conjunto de la propuesta.
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