El impacto del uso de los sistemas de representación en general, y en particular del sistema diédrico, en el pensamiento arquitectónico ha permanecido como un tema poco explorado en la teoría de la arquitectura. No ha sido hasta décadas recientes cuando la voz de críticos importantes como Stan Allen, y sobre todo las investigaciones seminales de Robin Evans, han puesto el foco de atención sobre cuánto el proyectar desde proyecciones planas ortogonales - planta, alzado y sección- condiciona, rigidiza y "cubica" el pensamiento arquitectónico.
Es en el contexto de esta particular revisión de la relación entre sistemas de representación y pensamiento donde la obra de Enric Miralles cobra si cabe mayor singularidad. Miralles trató desde el principio de romper las constricciones de la caja diédrica. "Yo siempre proyecto desde las plantas, nunca desde las secciones o configuraciones tridimensionales", afirmaría en una célebre entrevista publicada en 1995. La tesis se inserta en el interior de esta frase, la toma como hipótesis, y desde ahí explora la particular relación entre el uso de los sistemas de representación arquitectónicos y el pensamiento proyectual de Miralles.
Educado en un contexto como la ETSAB de los años '70, la relación de Miralles con el dibujo estuvo marcada por la docencia de Rafael Moneo, de quien tomó el programa intelectual, y por su práctica profesional con Viaplana-Piñón, de cuyos proyectos de las plazas duras de Sants y Granollers aprendió que la arquitectura podía concebirse como una constelación de piezas con lógica propia dentro del conjunto, pero integradas en un todo coherente a través de un plano de relaciones, la planta.
Ya en su obra posterior con Carme Pinós y Benedetta Tagliabue, Miralles extendió la instrumentalidad de este sistema de representación para aplicarlo al pensamiento no sólo de plazas o intervenciones de paisaje, sino a edificios mismos, para proyectar una arquitectura hecha a base de fragmentos de espacio, aparentemente inconexos y autónomos en su visión separada, pero de encaje perfecto en su solución de conjunto.
Huyendo de las convenciones del diédrico, Miralles evitó situar en el mismo orden de jerarquía las tres proyecciones ortogonales para proyectar por fragmentos de planta, asignándoles una geometría característica para diferenciarlos entre sí y desarrollando su espacialidad y sección con autonomía dentro del conjunto, a través de planos y maquetas independientes.
"Planta > fragmentos de planta > planos/maquetas parciales" frente a "planta-alzado-sección", por tanto.
Fragmentaria, atmosférica, difusa.. la adjetivación que la crítica ha hecho de la obra construida bien pone de manifiesto cuánto es heredera del sistema gráfico. Al proyectar así, Miralles no sólo creó una arquitectura conocida y reconocible, sino un sistema de representación propio, sustantivable e indisociable de su propia arquitectura. La tesis estudia y explica de manera cronológica el origen y evolución de este sistema a través de la evolución de toda la obra de Miralles, además de incluir estudio de detalle de la utilización del mismo en el proyecto del Ayuntamiento de Utrecht.
Se trata de un proyecto tardío, alejado de la atención mediática de obras coetáneas y sin embargo absolutamente clave para entender el tema de tesis. Miralles tuvo que desdibujar la traza original del conjunto de edificios históricos, y al hacerlo sustituyó progresivamente los planos originales a base de plantas, alzados y secciones por un sistema de representación y pensamiento propio que la tesis define y explica.
En el archivo de EMBT en Barcelona se conservan 479 dibujos originales que Enric Miralles produjo para este proyecto, que ponen de manifiesto cuánto hasta el final siempre dibujó su propia arquitectura, lo que permite, a diferencia de otros arquitectos que se desvincularon de la ejecución directa de los planos, leer toda su obra en continuidad.
A pesar de que los planos de Miralles son conocidos y reconocibles, Miralles no llegó nunca a elaborar un corpus teórico que definiera con precisión las implicaciones y singularidades de los mismos, y al no hacerlo dejó un vacío confuso del que la crítica ha sido heredera al aproximarse a su sistema de representación ("mapas mentales", "cartografías") y a su propia obra ("arquitectura del devenir", "compleja") son sólo algunas de las aproximaciones que nos recuerdan cuánto lo caótico es sólo aquello cuyas reglas no han sido todavía descubiertas.
La tesis contesta esa aparente arbitrariedad y presenta a un Miralles metódico, capaz de combinar una creatividad heterodoxa y transversal con una sistematicidad disciplinada en la personalización de un sistema de representación arquitectónico propio, que la tesis define como "planta Miralles", por la especial importancia que el proyectar desde la planta tiene en su redefinición disciplinar del uso del sistema diédrico y el entendimiento del espacio mismo, algo que afecta por igual a la representación en planos y maquetas y a la obra construida.
Como él mismo dejara escrito en la introducción de su tesis doctoral: "en este trabajo este pensamiento lo veremos como el eco de tres actores: ojo, mano, papel".