Implicados en la generación de un contexto urbano donde pequeñas intervenciones arquitectónicas detonen situaciones insospechadas, complejas y eficaces comprometidas con el rescate de un patrimonio cultural casi perdido, se plantea el diseño de un espacio expositivo entorno a las artes del fuego capaz de revitalizar el espacio público a la vez que potenciar el valor ambiental, histórico y arquitectónico.

En un cruce múltiple de caminos, un área degradada entre la iglesia y la peña que recupera como emblema para el pueblo, emerge el edificio como antesala de un recorrido peatonal ascendente a través de plataformas como espacios públicos, como miradores mediadores entre el paisaje y el casco urbano, que definen su forma y proporción.

En un interior exterior, lucernarios de movimientos estratégicos camuflados por una desproporción intencionada, permeabilizan visualmente el espacio de la plaza y el paisaje, la peña y la iglesia, como activos integrados en una exposición cuya principal exigencia era su desarrollo en un espacio mínimo y nuestra principal ambición desvelar los efectos que una estructura espacial múltiple produciría en determinadas sensaciones.

Un espacio transparente y continuo, un juego entre pieles como generadores espaciales. Superficies exteriores deformadas, independientes y yuxtapuestas: la cubierta ahora el alzado principal del edificio. Superficies interiores, un espacio mínimo con una inmensa urna expositiva de metacrilato polifacetado, con las que el visitante deja de ser observador para entenderse expuesto temporalmente a una colección de piezas que mapeando todo el espacio expositivo, establece otra mirada de relaciones desencadenando nuevas situaciones a explorar.