El proyecto consta de dos sistemas, cubierta y pabellones, mediante los que se pretende la disociación de planta y sección: la planta, definida por los pabellones, se asocia al funcionamiento espacial del parque, mientras que la sección se relaciona con el paisaje urbano y del parque; esta última está definida por la cubierta, banda continua que varía en altura e inclinación.

La construcción de esta última tiene, en consecuencia, un ancho fijo; la longitud y sección se obtienen mediante el engarce de piezas modulares. Esto permite hacer tanto secciones ortogonales como inclinaciones vinculadas a la lógica de los tejados o, incluso, secciones no ortogonales y más libres.

La cubierta apoya en los pabellones, compuestos de montantes metálicos distribuidos en un módulo cuadrangular. Dichos montantes tienen siempre función estructural y permiten la conexión de dos capas de cerramiento en cada una de sus caras. Gracias a esto, se pueden hacer desde pérgolas abiertas hasta muros técnicos.

El pabellón proyectado se sitúa en Milán, en el llamado Parco delle Basiliche, vacío en el casco histórico en relación con importantes elementos patrimoniales; está dispuesto de forma que sirve de puerta de acceso a dicho parque.

La sección de la cubierta busca relacionarse con los elementos que delimitan el parque (claustro de la Basílica y muro perimetral), que determinan sus cotas de extremo, y con los principales hitos visuales: la Capilla Portinari y la torre.

A su vez, el cerramiento proyectado para los pabellones busca su desmaterialización y versatilidad y se inspira en los sistemas de contraventanas estrechas, tradicionales de la ciudad de Milán.