La propuesta se hace eco del contexto utópico que propone el propio enunciado como condición de partida. 

Temas controvérsicos como el desentendimiento frente al patrimonio arquitectónico por parte de la especulación constructiva, o la eficacia del uso de las torres en las azoteas para el abastecimiento de agua por gravedad, se visten de crítica en la idea postulada.

Se propone una hipótesis del mundo físico en el que, desde el punto más alto del Empire State Building hacia arriba, las fuerzas gravitatorias giran ciento ochenta grados. Del mismo modo, se contempla la posibilidad de rehabilitar las torres de agua mencionadas y colgarlas por encima del hito arquitectónico, de manera que las condiciones gravitatorias las empujen hacia arriba. Esto genera un espacio habitable de aislamiento total, por encima de uno de los lugares más poblados del mundo.

El recuerdo, la nostalgia y la reflexión se evocan en esta propuesta para llegar a una única conclusión:

“A veces es necesario subirse a las alturas para entender cuan altos ya estábamos”