En el mundo de la sobremodernidad, la tecnología, nuevo medio de transporte y de las relaciones, hace que el ser humano se despoje del entorno arquitectónico.

Ya no son necesarias las viviendas como acumulación de estancias que no se usan: el hombre vive en la ciudad. Y por tanto,  sólo necesita ahora un espacio para descansar y para la intimidad. 

La familia como concepción doméstica mayoritaria tiende a desaparecer a favor de individios independientes y parejas.

Vivimos en una sociedad en donde el tiempo es dinero.

Se cree en el aquí y ahora:

la portabilidad,

la fugacidad.

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Desnudas medianeras color mostaza, malas hierbas y una destartalada valla de uralita. El solar es un trozo de campo anodino, si no fuese porque está en pleno centro.[...]

¿Cómo puede ser que haya solares vacíos durante años en pleno centro?.[...]

Muchos se encuentran atascados por la burocracia; otros se ponen a subasta pero nadie los compra, y aún otros, para los que ya existe un proyecto, están paralizados por la falta de recursos económicos.[...]

Mientras esperan a ser otra cosa, la ciudad se escapa por estos terrenos baldíos, como caries en el apretado entramado del centro.

Las “caries” del centro de la ciudad

P.Gosálvez, El País 29 Enero 2011