En el límite entre la tierra y el agua se sitúan estas viviendas. En el límite entre el mar y el cielo. Aprovechando esta situación privilegiada, el proyecto se ordena en dos partes, organizando un “frente” y una “espalda” que expresa con claridad esta situación límite. Un club social o residencia de tercera edad en lo más alto del solar, atrás, en contacto con la ciudad y unas viviendas repartidas por el resto configuran el programa.

Las viviendas. Distribuidas entre varias piezas verticales. Torres. Arrancan estas torres desde un basamento y se sitúan en uno de sus extremos. Como si el basamento doblara y creciera hacia el cielo. Volumen prismático en l de hormigón y vidrio.

Un basamento de hormigón desde donde se produce el acceso a las viviendas y donde se guardan los coches. Protegidos y ocultos a la vista. El vestíbulo de acceso, en doble altura, se localiza en el encuentro del elemento horizontal con el elemento vertical en uno de sus extremos. En el otro un espacio para el agua. La cubierta de este podio es una cubierta jardín, de uso común para todos los habitantes. Un plano privilegiado para tomar el sol, disfrutar del horizonte. Un espacio para la relación. Finaliza esta cubierta con una alberca. Un plano de agua en relación al mar.

El basamento se dobla en uno de sus extremos y crece hacia el cielo. Se proponen unas viviendas que descubren un mar distinto. Y ofrecen un modo distinto de mirar el mar. Varias tipologías, en un único nivel o en varios niveles. Organizadas con un “frente” para vivir y una “espalda” de comunicaciones y servicios. Unas casas del agua, pues solo el mar las inunda. El mar y el cielo. Viviendas colgadas en el espacio entre dos azules. Son de mar.

Se remata la torre con un espacio horizontal. Un espacio para la relación y el encuentro. Totalmente transparente en sus cuatro orientaciones. Un plano privilegiado suspendido en el aire. Si en las viviendas se estaba en el mar, ahora se está en el cielo. Rodeado de azul.