Cuando Fernando III entra en Sevilla en 1248, organizó la ciudad en collaciones claramente deslindadas, cuyo núcleo vital era la iglesia con su adjunto cementerio y clero correspondiente. En lo civil, cada collación tenía un jurado que servía para organizar los padrones, la vigilancia o la limpieza, constituyendo una eficaz herramienta para la organización territorial de la nueva ciudad. Santa Lucía fue una de las 24 collaciones creadas en 1250, teniendo posiblemente la iglesia parroquial su primera sede en alguna mezquita de barrio.

Iniciada a principios del siglo XIV, se enmarca bajo el estilo denominado "gótico-mudejar", construida en ladrillo y se organiza en tres naves separadas por una arcada de arcos ojivales. La cubierta de las naves estaba compuesta por un entramado de vigas de madera; la cabecera presentaba un ábside de planta poligonal abierto con cubierta pétrea con nervadura de crucería.

Con los siglos Santa Lucía se enriquece con obras como la Inmaculada de Alonso Cano, hoy en San Julián; se amplía con dependencias de la Hermandad de Los Panaderos, con calle propia desde 1640, se convierte en refugio para la Hermandad de La Trinidad en 1810 debido a la ocupación francesa o asiste el 2 de febrero de 1846 al bautizo de Santa Ángela de la Cruz. Un tiempo sagrado que tiene su fin en el convulso año de 1868, en el que las fuerzas navales con base en Cádiz se amotinaron contra Isabel II. Un levantamiento revolucionario que triunfó en Sevilla al día siguiente y se extendió por todo el país. Una revolución llamada La Gloriosa, que aglutinaba muchos liberales de corte ilustrado deseosos de profundos cambios en la tradicional España.

La Junta Revolucionaria de la Ciudad rige a partir de ese momento los destinos de Sevilla, iniciándose un periodo de grandes transformaciones urbanas. Una de estas medidas, de carácter laico, fue acordada el 6 de octubre de 1868, y dictaba la suspensión de doce parroquias, ente ellas la de Santa Lucía, y veintitrés templos que no poseían tal rango; en 1870, tras un largo pulso con la Autoridad Eclesiástica, se cierra Santa Lucía, enajenándose y poniendo en venta el inmueble.

Ya en manos de un particular, la antigua iglesia ve perder gran parte de sus tesoros artísticos y adquiere diversos usos, como el de almacén, fábrica de fósforos o cine. Ante este deterioro, la portada gótica fue trasladada a la iglesia de Santa Catalina en 1930.

La situación empeora con el paso de los años. Vaciado su interior, perdida su techumbre mudéjar, deformado el entorno por la adición de irrelevantes construcciones, desmochada la torre, mutilado el ábside por la alineación de la calle San Hermenegildo y convertida incluso en garaje y taller de reparaciones, la antigua iglesia presenta un estado deplorable en la década de 1980. Por todo ello, ya bajo titularidad pública, el inmueble se somete a una necesaria restauración ente 1984-1992. Ya remozada, sirvió como sala de ensayo de la Bética Filarmónica y lugar de almacenamiento.

ESPACIO INICIARTE

En el año 2007 se despejan las dudas sobre el uso del inmueble. El edificio de Santa Lucía, reconvertido en Espacio Iniciarte y abierto al nuevo público, inicia una nueva etapa como contenedor de propuestas de artistas emergentes.

La intervención consiste en la adecuación de los espacios para su uso como centro cultural mediante la incorporación de elementos e instalaicones que potencien una gran versatilidad. Se trata de crear un gran espacio multifuncional y adaptable, que sea capaz de dar una respuesta de calidad a las exigencias planteadas por las distintas manifestaciones artísticas; exposiciones, performances, instalaciones, conciertos, etc.