El solar es una parcela exenta que presenta situaciones muy diferentes a sus cuatro fachadas, desde la principal, que corresponde al eje de expansión de la ciudad con sus nuevos equipamientos, hasta la fachada trasera, que se ofrece al Camino de Don Quijote, apenas una cañada.

Las otras dos fachadas, no paralelas entre sí, han de responder a situaciones caóticas de autoconstrucciones de pequeña escala.

Al reto de dar distinta respuesta a cada una de las situaciones se suma el gran volumen que hay que introducir para dar cumplimiento al programa

Todo esto nos lleva a fragmentar el volumen tanto en planta como en sección, convirtiéndose el sólido en unas piezas más pequeñas y escalonadas, que se presentan con distinta contundencia según la distancia a la que se perciba el edificio.

La primera escala es la del perímetro cercano. Un zócalo de piedra de Valdepeñas cualifica los volúmenes con la riqueza de su veta y de su color desde una observación cercana. Esto se alterna con las visiones veladas de los patios ajardinados a través de las celosías.

La segunda escala también se constituye a través de volúmenes de piedra, ya de doble altura, algunos retirados de la alineación y otros sobre ella. Se introduce así una mayor composición de volúmenes que van surgiendo en los puntos más desahogados y en los de estructura urbana más consolidada. Esta es la escala del edificio público en diálogo con su entorno.

La tercera escala es la que tiene que ver con la transformación de la ciudad, con la creación de un nuevo eje urbano. El centro de salud pretende, junto al teatro en construcción, marcar una nueva dirección de expansión y ejercer de hito urbano.