El nuevo centro para la tercera edad debía situarse sobre el solar de tres viviendas derribadas dentro del casco antiguo de Zaidín pero muy próximo a la zona de ensanche, dando de este modo al edificio la centralidad necesaria dentro de la trama urbana. Como primer elemento de renovación y potenciación de la zona el centro debía ser un referente no sólo para la tercera edad sino para toda la localidad. En el solar concurren varias situaciones: un solar en esquina, un punto de encuentro de diversas calles, una zona de medianeras degradadas, uno de los pocos espacios donde respira este casco antiguo. Creemos que son elementos suficientes

El edificio se planteó sobre tres ideas muy claras: potenciar la relación del espacio exterior con el interior, trabajar la calidad de los espacios intermedios como espacios públicos y sobre todo potenciar la idea de las medianeras hasta el punto de casi invertirlas: en fachada propiamente el edificio es ciego, lo apreciamos como una medianera y se abre únicamente en su espacio interior que deviene también espacio público y por tanto fachada.

Para ello se actúa adosando el edificio a las dos medianeras con elementos altos, en una de ellas adosando toda la zona de servicios y en la otra el lucernario de la sala principal, permitiéndonos de este modo liberar una zona en planta baja a modo de ensanchamiento de la calle o pequeña plaza que da acceso al edificio y se entiende como una extensión de la sala principal. Para conseguir esto se opta por llevar parte del programa a la planta primera, permitiéndonos de este modo crear una plaza elevada, una terraza para los usuarios del centro delimitada por una estructura metálica que configura el perímetro del solar, dota de calidad a la terraza para dar sombra en verano pero permitiendo el sol en invierno y además permite las futuras ampliaciones del centro con elementos ligeros. Queda así configurado un jardín elevado, colgante, que permitirá que las enredaderas se expandan por los cables para configurar espacialmente el segundo nivel, tanto sobre la terraza como sobre la calle.

Interiormente el edificio es sobrio, ajustándose a su realidad presupuestaria, pero concentrando los esfuerzos en puntos singulares para dotar al espacio interior de su carácter propio. Así pues en la sala se contrapone al gran ventanal horizontal que da a la plaza creada un lucernario exageradamente vertical que nos da otra luz distinta, o contraponemos al blanco y gris de los acabados el color de las puertas correderas de la sala o la calidez de las escaleras de madera…

No se ha pretendido crear un edificio autónomo, ajeno a la realidad de Zaidín, sino que desde la lectura de las cualidades se han querido potenciar creando un edificio pensado para sus usuarios, un espacio con el carácter necesario para que sea habitable de un modo grato.