El espacio que ocupa la Plaza estaba destinado al aparcamiento en superficie que daba servicio al área administrativa que la rodeaba. Los vehículos aparcados contaminaban la zona, y su asfaltado gris aparecía cuando estaba vacío.  Por otra parte, la ribera del río Pisuerga discurría a una cota inferior, al otro lado de la calle, intentando conexionarse con la explanada mediante la pendiente del cauce, sin conseguirlo, resultando una zona degradada y poco frecuentada.

Para conseguir una buena relación entre la plaza y la ribera, estudiamos la localización de los accesos para vehículos colocándolos de forma que las rampas no supusieran una barrera física entre ambas partes para permitir una amplia conexión espacial que pusiese en valor el  espacio ciudadano y generase un nuevo paisaje urbano que se percibiría tanto desde la propia plaza como desde el puente de Isabel La Católica o desde el lado opuesto del río.

El edificio alberga además de las instalaciones propias del aparcamiento, los camerinos, almacenes, instalaciones y oficinas necesarios para el funcionamiento del pabellón que se colocará sobre él. En su interior están ubicadas también las instalaciones de recogida y gestión de aguas pluviales de todo el sistema y los depósitos para las fuentes y juegos de agua de la Plaza.

Racionalizamos la planta favoreciendo los desplazamientos naturales de los vehículos codificando una malla estructural que permite el máximo aprovechamiento del espacio. Colocamos las salidas peatonales de manera que emergen integradas en el proyecto general de la Plaza, y situamos las dependencias anexas al pabellón de modo que se comunican con él mediante un eje vertical que aparece arriba  dentro del espacio de uso interno. Diseñamos además un acceso independiente para el staff a través de una de las escaleras de salida.

Colaborando al ahorro energético y apoyando la sostenibilidad del edificio, hemos utilizado la iluminación natural en el interior hasta donde ha sido  posible mediante la colocación de varias unidades de tragaluz especular que ilumina directamente los espacios que lo necesitan.

El resultado es un espacio rectangular en dos niveles que puede recibir cuatrocientos vehículos. Su situación a la entrada oeste del puente de Isabel la Católica le coloca en lugar de preferencia en la oferta de aparcamientos cercanos al centro de la ciudad. Este formato de aparcamiento presenta un sistema estructural adecuado para recibir sobre él el Pabellón de la Sed, formando un asiento uniforme de valores estables en toda su superficie. La relación espacial elegida entre aparcamiento y cúpula potencia el sentido escenográfico de la plaza al situarlos equilibradamente en el proyecto general manteniendo el espacio-salón en la superficie de la plaza y suavizando el diálogo entre los volúmenes existentes y los nuevos.

Los edículos que contienen las escaleras de acceso y el ascensor, se integran en el criterio de diseño del entorno, mediante el uso de muros  y cubiertas verdes. El resto del cerramiento y las barandillas externas son de vidrio y de agua. El pavimento de la plaza penetra por las escaleras generando el carácter de filtro entre interior y exterior que supone el edículo.

Diseñamos el interior dedicando una de las plantas al agua y la otra a la vegetación como elementos que enmarcan la idea del proyecto. Un sistema de olores ambientales refuerzan esta lectura. La referencia a la ciudad aparece en el grafismo del skyline que cubre algunos de los paramentos. En el sentido de reforzar las actuaciones favorecedoras del concepto de sostenibilidad, diseñamos el espacio de bicicletas de préstamo, las plazas de carga para vehículos eléctricos y la sala de exposiciones y performances.

La idea de la sala de exposiciones surge en el contexto de la humanización del frío contenedor de automóviles. ¿Por qué no hacer que el edificio abandone la pasividad y actúe positivamente? Así, el uso del vehículo llevará impuesta una actuación educativa que tiende a universalizar el concepto de lo sostenible. La sala, deberá usarse como un espacio que apalanque las ideas de artistas jóvenes que se impliquen en la mejora del medio ambiente. Puede dar cabida a nuevos conceptos artísticos, como el grafismo electrónico o el video, montajes mixtos, o también a escultura y pintura sobre temas energéticos, de biodiversidad, o por ejemplo, la gestión de los recursos del planeta. Está abierta a la rampa de acceso, de manera que su contenido es visto por todos los usuarios al entrar con el vehículo.

Muchas otras medidas activas y pasivas integran la serie de actuaciones que el edificio ha adoptado de cara a su sostenibilidad. Varias de ellas tienen que ver con el agua. Otras con el ahorro energético y otras más con la aplicación de criterios bioclimáticos. El resultado es un edificio que mejora la calidad ambiental del espacio en el que se inscribe, y que dejará un mínimo impacto ambiental cuando desaparezca al final de su vida útil.