La nueva Biblioteca y Archivo Central de Sitges ha de adaptarse a la nueva escala de la ciudad introducida al otro lado de las vías del tren, por lo que la primera intuición es crear un edificio extensivo, de gran escala, pero sin el autismo de muchos de estos tipos.
En lugar de monopolizar el extenso parque en construcción, proponemos una intervención que se confunda con el parque y multiplique su superficie, haciendo que las cubiertas de la nueva Biblioteca sean nuevo suelo del parque, conectando los accesos norte y sur al solar.
El programa se organiza según bloques programáticos comunes en bandas, separadas por carriles, pasillos ensanchados que adquieren una función extra al sacar éstas su función más abierta a los carriles, donde también proponemos ubicar al personal de la biblioteca para fortalecer la relación usuario-personal. Cada bloque de programa está flanqueado por un carril propio y un carril mixto o de intercambio, esta configuración hace que las salas puedan volcarse hacia uno u otro carril según las necesidades temporales, al igual que favorece la independencia de los distintos programas.
Hacia el interior hemos recreado el callejeo laberíntico de la parte vieja de la ciudad mediante movimientos en acordeón de los carriles que van creando zonas de congestión y descongestión en puntos estratégicos, cada uno de estos movimientos repercute en la configuración de la cubierta, resultando que cada banda de programa interior se traduce en una ola de movimiento en la cubierta-parque.
En conjunto el espacio presenta pocos cerramientos pero aún así evitamos las grandes salas impersonales mediante una estructura de arcos en dos ejes transversales capaces de salvar grandes luces y aguantar el peso de la cubierta-parque. Cada sala está formada por un número distinto de arcos que forman igual número de bóvedas. La posición de los muebles, las colecciones o los pasos está indicada a modo de sugerencia por el movimiento superior de las bóvedas.