Los propietarios de una casa unifamiliar aislada de un barrio residencial de Sant Cugat del Vallès (Barcelona) querían adecuar en el jardín un aparcamiento cubierto para dos coches y habilitar un acceso peatonal a la casa desde el mismo.

Nuestra intervención debía respetar la arquitectura preexistente y adherirse discretamente a ella.

Se organiza el programa en dos volúmenes, diferenciados funcional y geométricamente: una marquesina de vidrio para el recorrido peatonal y un pórtico metálico para el rodado, de manera que el lenguaje de materiales respete el diálogo entre funciones. El pórtico se proyecta en dos niveles: el inferior minimiza el impacto visual desde la calle y el superior se alinea con el dintel de la fachada de la vivienda.

Estos volúmenes se interrelacionan entre sí y con la vivienda mediante la inclusión de un patio, presidido por una escultura de basalto, el cual los articula. Un patio dentro de un patio, convirtiéndose en el protagonista del discurso arquitectónico.

El patio de planta cuadrada de 2,80x2,80 m, la marquesina rectangular compuesta por dos cuadrados de 2,80x2,80m, y el pórtico con dos alas de 5,60x3,35m.

Las volumetrías definidas, de gran abstracción formal, junto con los materiales escogidos, expresan un sugeridor juego de transparencias, reflejos y brillos. Se generan vistas cruzadas entre los espacios, extendiéndolos y relacionándolos entre sí.