El proyecto plantea la inserción de una nueva pieza singular en el patio como  elemento estructurante del edificio, generando un espacio de luz dinámico y cambiante que recorre el nuevo Espacio Mahou y termina en una terraza mirador en la última planta con increibles vistas hacia la Real Basílica  de San Francisco el Grande. Esta nueva pieza, cuyas paredes están rodeadas por una especie de serpentín a gran escala, inunda de luz sus paredes y dirige la mirada de los visitantes hasta el lucernario superior que permite la entrada de luz natural.

Este gran elemento atractor, ofrece una imagen contemporánea e inesperada en el interior acorde con el carácter industrial de Mahou, que contrasta con el estilo clásico exterior del Palacio del Duque del Infantado.

Desde la Carrera de San Francisco, el peatón percibe el amplio vestíbulo lleno de color. Este espacio contiene el mostrador de información-tickets y la tienda, e invita al público a entrar, conduciéndole hacia la gran escalinata de acceso que dirige a los visitantes de manera clara y directa hasta la planta baja, donde comienzan  los espacios  destinados al área de contenido.

De las dos plantas que configuran el anillo entorno al patio, la planta baja se destina a los espacios de experiencias que albergan un programa temporal y cambiante en contacto directo con la ciudad, mientras que la planta primera, alberga los espacios del Archivo Histórico, tanto las zonas de divulgación que se sitúan en torno al patio, como la sala reservada a estudio más pormenorizado que vuelca a la fachada sur. 

Estos espacios, establecen una relación directa con el vacío que configura la pieza singular a través del muro central estableciendo relaciones visuales en diagonal a través de algunos de los huecos existentes en las fachadas del patio. Al interior, la fachada,  se transforma en un elemento técnico-expositivo que alberga  piezas de la colección y contiene parte de las instalaciones de climatización que quedan ocultas. Esta solución cualifica los espacios expositivos y potencia su relación con la pieza singular.

Estas salas conectadas en anillo, se plantean diáfanas, ofreciendo de este modo una gran flexibilidad y versatilidad para poder organizar en diferentes configuraciones el contenido expositivo e interactivo encargado de ofrecer al visitante una experiencia única que quede en su memoria.

La planta bajocubierta se destina por completo al área de producto, de tal modo que la microcervecería y el bar-restaurante se encuentran muy relacionados. Además, el bar cuenta con una amplia terraza exterior con impactantes vistas hacia la Basílica de San Francisco el Grande, donde los visitantes podrán degustar las cervezas que se elaboran de manera artesanal en la microcervecería anexa. Tanto la sala de cocción, como la de fermentación y llenado, se plantean como un espacio en el que los visitantes puedan interactuar. Esta zona cuenta con un cerramiento de vidrio que permite que la actividad que en ella se lleva a cabo se perciba con claridad y se convierta en el alma y motor del espacio.

El edificio organiza de manera independiente las circulaciones de público visitante, invitados especiales y personal del Espacio Mahou, garantizando una correcta funcionalidad.

El público general accede desde la Carrera de San Francisco a través de la pieza singular, mientras que la entrada desde la calle Don Pedro se reserva a invitados especiales y al personal de dirección y administración, desde donde se accede a la zona administrativa en planta baja o a la zona institucional en planta primera. Las salas que vuelcan a la fachada este, establecen una relación visual directa con la Plaza de los Carros y con la Iglesia de San Andrés, y participan activamente de la ajetreada vida de este rincón de Madrid.