Re-habilitar. Re-estructurar lo que ya existía. Re-usar. Re-utilizar. Ponerlo al servicio de un nuevo usuario. Re-formar. Volver a dar forma. Estos han sido los objetivos elementales del proyecto.
La propuesta se ordena mediante tres crujías paralelas a la calle. Las dos primeras ya existentes, la tercera de nueva construcción. El proyecto entiende la crujía central como punto estratégico.
La actuación tiene la voluntad de atrapar la luz. Filtrarla. Distribuirla. Domesticarla. Lo hace mediante mecanismos puntuales. Las entradas de luz son diversas. Individuales. Cada una se entiende en sí misma: un corte horizontal en el suelo ilumina la bodega. Una enorme abertura vertical domina la doble altura del comedor y la luz obstaculizada por enormes bloques de marés cae hasta la planta baja. Un recorte cuadrado en la cubierta sobre el vestidor deja entrar la luz en dirección vertical resbalando hasta la planta baja pegada a los muros laterales. La repetición de un mismo lucernario, entre piezas de marés, secuencia el corredor de la planta superior.
Así la multiplicidad de actuaciones deviene global. El engranaje está hecho de piezas individuales. La diversidad de mecanismos particulares unifica la intervención.