Una joven pareja decide instalarse en un piso en las inmediaciones del casco histórico de Toledo. Se trata de un dúplex en un bloque de viviendas construido a principios de los años 90. El inmueble presentaba un buen estado estructural y un sistema de instalaciones aceptable, pero distaba mucho del hogar soñado por los clientes.

Un programa excesivamente compartimentado y rígido, revestido de materiales y colores poco acertados, escondían una promesa espacial interesante potenciada por una bonita iluminación de mañana.

La acción escogida fue la de LIMPIAR, había que deshacer más que hacer. Los recursos económicos ajustados favorecían esta estrategia.

Se propone una zona de día donde los programas y recintos se difuminan. Los lugares se cualifican por la necesidad; así los pavimentos van cambiando en función de las exigencias técnicas de las actividades que allí se producen. No existen dependencias en esta planta baja, sino diferentes escenarios que definen su tamaño variable a través de giros y deslizamientos de elementos móviles.

En la planta superior además de dos dormitorios, se proyecta una galería- biblioteca y un aseo completo con poza de baño , tratando de sacar el máximo rendimiento a las alturas cambiantes del espacio bajo cubierta.

El oficio del carpintero cobra especial protagonismo: fabricación y colocación de la tarima industrial, mobiliario diseñado, escalera-barandilla-almacén, paramentos fijos y móviles y otros artefactos…

La repetición a través de elementos lineales es tema de proyecto, así aparecen: los estriados en paramentos y mobiliario, los elementos tubulares de los radiadores tipo Runtal y el despiece marcado de las tablillas de roble en el suelo. El blanco de las paredes y techos, y la cálida madera de roble en suelos y resto de planos horizontales, configuran una paleta cromática que hace de hilo conductor y unificador de la propuesta.