Decía Le Corbusier que cien veces había pensado que Nueva York era una catástrofe, y cincuenta veces, que aún así era una hermosa catástrofe. Esa reacción y no otra nos inspira el edificio Faraday, un edificio complejo en su aspecto formal, mezcla de diferentes lenguajes y corrientes arquitectónicas, indudablemente influenciado por el contexto histórico en el que nació y que aún así alcanza altas cotas de significación y simbolismo.

Como edificio institucional expresa una idea, unos valores, y unos significados que hoy se muestran anacrónicos. En una sociedad democrática, moderna y que mira al futuro, las nuevas expresiones de lo público deben representar ese espíritu democrático, plural y en continua evolución de forma nítida y sin ambages.

El edificio Faraday como futura sede del Campus del Mar tiene que cambiar su lenguaje casi marcial para convertirse en recipiente digno de múltiples actividades, todas ellas relacionadas con tres de los pilares más importantes en una sociedad avanzada: investigación, ciencia y docencia.

Pocas son las acciones a llevar a cabo para conseguir esta mudanza, la adición de una nueva planta dedicada a laboratorios permite no solo ganar una superficie de gran valor, sino también suavizar los gestos tan bruscos que ahora mismo la torre principal y las laterales confieren al edificio, dándole un aspecto más relajado y pacífico.

Se modificará el forjado del acceso principal en planta baja para dejar un gran espacio a cota de calle y universalmente accesible, dotando así al edificio de un área de recepción y distribución de las circulaciones amplia y con un claro carácter representativo, eliminando alguna de las incongruencias producidas en la obra original por un afán demasiado marcado en adaptarse a la topografía preexistente modificando para ello la topografía del forjado de planta baja que muestra numerosos cambios de cota deficientemente resueltos con peldaños que imposibilitan la circulación libre en el interior del inmueble a personas con movilidad reducida.

Todas estas escaleras serán eliminadas y substituidas en casos muy puntuales por ligeras rampas a todo lo ancho de los distribuidores que harán accesible toda la planta.

La importancia de disponer dos superficies con acceso al exterior independiente, lleva a situar la cafetería que a nuestro criterio debería proyectarse como un comedor para dar servicio también a los trabajadores, en la planta baja para poder comunicarse directamente con el exterior, no impidiendo esto que si una persona extraña al edificio entrara en el mismo tuviera que pasar inevitablemente por la recepción produciéndose de esta forma el control del acceso. Otro de estos espacios es la sala multifunción a la que se accederá desde la facha sur a través de una rampa que permitirá eliminar las escaleras existentes. Desde esta se accede a una zona de foyer para la recepción de los asistentes a los eventos y su comunicación directa con la sala dotada de una capacidad de 96 personas sentadas fácilmente ampliable.

Se destina una amplia zona tanto a almacenaje como para instalaciones ya que tras entrevistarnos con científicos del Instituto de Investigaciones Marinas sito en Bouzas nos trasladaron sus necesidades básicas las cuales conllevan unas complejas instalaciones y espacios para dar servicio a los laboratorios comprendiendo zonas de almacenamiento de bombonas de gas, para residuos tóxicos, grupo electrógeno y otros tipos de instalaciones específicas que obligan a que la superficie empleada para este fin sea superior de lo que se presupondría a un edificio de esta superficie con un uso menos específico.

Todo el área semienterrada de planta baja es tratada desde el principio como no vividera dada la insuficiente ventilación e iluminación a través de tragaluces a gran altura de las estancias. Esto reduce drásticamente la superficie útil disponible para el encaje total del programa propuesto.

En el resto de plantas existentes se encajará el programa con una lógica basada en la jerarquía de usos y en un organigrama racional lo que permite adaptar las estancias interviniendo lo mínimo posible en elementos estructurales.

Las comunicaciones verticales se sitúan en un único punto eliminando totalmente el galimatías de escaleras que daban servicio a diferentes estancias y que hacían de algunas zonas auténticos laberintos en los que la accesibilidad universal era una quimera.

La adición de la tercera planta persigue tres objetivos:

-          Ganar la superficie necesaria para encuadrar unos espacios de laboratorios tecnológicos de calidad y recuperar así la desestimada en semisótano de la planta baja.

-          Eliminación de todas las escaleras que permitían el acceso individual a cada torre lateral simplificando así inmensamente las circulaciones y dotando a estos espacios de una solución de continuidad integrándolos en el programa funcional.

-          Y como ya se ha referido, suavización de los gestos de la fachada que mantiene así su monumentalidad ganando un carácter más pacífico y relajado, alejándose de ese carácter marcial que posee actualmente.

A falta de un estudio pormenorizado de los elementos estructurales incluido los de la cubierta, se mantendrán los máximos elementos posibles a lo largo de la intervención.