Las construcciones de las cabañas forman parte del Campamento de Aguadulce, muy cercano a la orilla del mar. Se pretende diseñar un módulo de alojamiento integrado en el paisaje y resuelto con medios mínimos. Cada una de las 25 cabañas se formaliza mediante un cubo de 3.40 metros de lado, re bloque visto de hormigón blanco, que alberga en su interior 4 camas (tipo litera; dos abajo y dos arriba), con un pequeño armario y mueble fijo auxiliar.

La entrada se sitúa en una arista del cubo, formando un pequeño porche cubierto. La diagonal del cubo se toma como eje de simetría para la composición de los distintos elementos interiores y exteriores. La ventilación del reducido espacio se resuelve provocando la ventilación cruzada entre los huecos laterales y una torreta en cubierta. Las carpinterías asumen la doble función de cierre y protección solar. Los módulos se agrupan formando ordenaciones diversas, respetando el arbolado existente.

Es notables su valor en la integración de la construcción en el paisaje y arbolado existente, solucionando el programa con mínimos medios. Se destaca su arquitectura racionalista, así como su estructura de espacios libres.