El edificio se plantea como un cuerpo abstracto, que apoyado sobre un basamento, crea un espacio cubierto que sirve de umbráculo y que mira hacia el mar. Los alzados, horadados por huecos de grandes dimensiones que se corresponden con las zonas de circulación y espera y los huecos más pequeños situados de un modo aparentemente aleatorio en las zonas de consultas, contribuyen a la imagen abstracta del centro de salud.

Se diseñan de manera integral y harmónica tanto las fachadas como las cubiertas de la edificación, con una piel pétrea que envuelve todo el edificio.

Son premisas fundamentales la funcionalidad, versatilidad y flexibilidad, así como la racionalidad y claridad en la disposición del programa y las circulaciones. Del mismo modo, se pretende que este sea un edificio en el que se reduzcan los gastos energéticos, tanto en la construcción como en su uso posterior. Se busca una economía de mantenimiento y una óptima iluminación para las diferentes partes del programa, controlando el soleamiento con la propia arquitectura. Se apuesta por la inercia térmica y el control de la luz y la energía.

Se trata de resolver con un adecuado equilibrio un edificio cuyo carácter estará entre lo público y lo privado, un edificio flexible en la concepción de sus espacios, que integre en su funcionalidad una acertada relación entre confort, sostenibilidad y eficiencia energética.

Es en definitiva un edificio donde todos los espacios cumplen una misión concreta y son imprescindibles para la consecución de un entorno funcional y ambiental de la máxima riqueza posible, sin que se descuiden sus vínculos con el lugar.