Entre la esclusa de entrada y salida a la Dársena y el puente del Quinto Centenario, se encuentranen el margen oeste del Canal de Alfonso XII los Astilleros de Sevilla. Se trata de una extensa superficie donde se encuentran distintas edificaciones industriales, construidas en diferentes años. La diversidad tiplógica que se muestra es una de las características de este conjunto que tiene sentido al ser observado de forma general, por encima de la calidad constructiva y arquitectónica de cada uno de las construcciones que lo componen. La mejor imagen que puede verificar esta afirmación es la que se obtiene al contemplar el conjunto desde el puente del Quinto Centenario, en dirección a Cádiz.

Accediendo por la carretera de la Esclusa, próximo a la entrada a los Astilleros, se congregan las primeras edificaciones que delatan una época anterior al tratarse de edificios de baja altura, terminados con fábrica de ladrillo visto y cubiertas inclinadas de tejas que entre otros usos, se destinan a dependencias, oficinas y servicios varios necesarios para el personal de Astilleros; algunas se encuentran abandonas, con un regular estado de conservación. Existe también una torre de planta cuadrada, próxima a la Dársena, coronada con un pequeño volumen retranqueado que se remata con una cubierta a cuatro aguas; en cada cara hay un reloj. La torre, de ladrillo visto, presenta escasos huecos y dada la altura media que presenta, podría haber servido de depósito. En conjunto, todas estas edificaciones ofrecen una imagen muy uniforme; la situación exenta de naves y edificios supone además la creación de ciertos espacios libres para la accesibilidad y el buen funcionamiento de las instalaciones. Esta manera de ocupar la parcela relaciona este conjunto industrial con otras fábricas construidas a principios del siglo XX en Sevilla en las que también se conjugaron edificación, funcionalidad y espacio abierto, recordando especialmente el Antiguo Matadero y Mercado de Reses en Vivo de José Saéz y López construido entre los años 1910 y 1914, y la Fábrica de la Compañía Catalana de Gas y Electricidad diseñada por Aníbal González en 1911.

En fecha posterior se construyeron tres grandes naves adosadas, de estructura metálica y terminada cada una a dos aguas. Las fachadas de las naves están revestidas con material prefabricado ondulado de fibrocemento y chapa de uralita en cubierta. De estas construcciones, destaca la altura que alcanzan para dar servicio de construcción a embarcaciones de grandes dimensiones. Para ello el sistema estructural elegido garantiza la diafanidad de los interiores: los pilares metálicos se arman mediante perfiles creando una celosía, solución que también se aplica a las vigas que presentan un canto de varios metros ya que además deben soportar el paso de grúas-puentes de gran capacidad portante. Las dimensiones en planta también son considerables. La vigencia de estas instalaciones puede residir en su tamaño que lo ha mantenido en uso al paso del tiempo, y su proximidad a la Esclusa, que determinó una posición estable dentro de las continuas modificaciones y traslados que por reconversión de las instalaciones, suelen acontecer en las zonas portuarias.

La situación de dichas naves junto a la Dársena, con el gran testero abierto, ha consolidado una de las imágenes típicas de la zona industrial del puerto de Sevilla, especialmente reconocible desde la orilla opuesta del antiguo canal Sevilla-Bonanza. Las tres naves adosadas, junto a las grandes grúas exteriores y la torre del reloj de ladrillo antes comentadas son los principales elementos que constituyen de este paisaje industrial que se ha creado con el paso del tiempo y que mantiene aún viva la memoria de una actividad que siempre ha estado vinculada al desarrollo histórico de la ciudad de Sevilla.