esculpir lo esculpido:
Un conjunto de iglesias que nacen de la tierra hacen de escenario para la propuesta. Un juego de expolios de roca van creando un paisaje que se mueve entre lo masivo y lo sustraído.
En un recorrido procesional, a través de zanjas angostas y costosas, el viento nos ha conducido con su silbido hasta la entrada de una plaza vaciada en la tierra. Allí encontramos la iglesia de Biet Giyorgis, una iglesia que, en un proceso de triple excavación y esculpido, se revela con la asombrosa rotundez de su geometría de cruz latina.

En un ejercicio casi teórico, cargado de gestos en los que se adivina la determinación de buscar una oportunidad para que aparezca la escala humana en la iglesia, se propone el re-llenado del vacío interior esculpido. Se toma entonces conciencia de la tensa convivencia entre el aire respirable y la masa presiva y se intensifica hasta el límite. 

El gesto responde a la misma autoridad: la sustracción del objeto para crear un vacío [aunque esta vez atendiendo a una escala más humana].
De la misma forma en la que los monjes han ido creado sus habitáculos en cámaras de roca ganadas a la tierra, el espacio interior se esculpe para dar vida a un vacío donde habitarán varios de ellos. Este vacío no depende tanto de su habitabilidad real en cuanto de los distintos usos que su presencia sobre el plano evoca, abiertos a una libre interpretación.
El intersticio entre tierras deforma la masa solida aunque esta vez no por la autoridad geométrica de la cruz sino por la elasticidad del espacio para adaptarse el cuerpo humano. Se crea así un volumen de impulsos, de ensanchamientos para que el hombre pueda erguirse, caminar o habitar en su interior; un espacio para la acción.