El estudio que se pretende llevar a cabo desde Nueva York y que alcanza a otros lugares de Estados Unidos, tiene como objetivo la investigación del trasvase de conocimientos –sobre todo ligados a la tecnología y a la industria- que supuso para los arquitectos modernos que visitaron los Estados Unidos de América desde inicios del siglo XX.

Tomando como referencia el muy estudiado Grand Tour Europeo, que tanto interés ha suscitado y tantos frutos ha dado a la arquitectura desde comienzos S. XIX, se intenta, a través de la beca que se solicita, realizar un estudio paralelo al que en ocasiones ha suscitado el Grand Tour en Europa.
Se entiende este trabajo como una aproximación original a lo que tradicionalmente ha supuesto el viaje para el arquitecto, una ocasión para aprender de ejemplos que, como bien decía Saénz de Oíza, no hay ningún museo que los pueda contener, sino el mundo. Se trata por tanto comprender el viaje del arquitecto como una primera vía de conocimiento y reconocimiento de las ideas y su construcción: es el lugar y el momento de encuentro entre lo vernáculo y el movimiento moderno-internacional. En definitiva, es el viaje una búsqueda abierta al asombro, donde al cruzarse espacio y tiempo, se desvela el momento presente.

Partiendo de esta idea de viaje iniciático, la siguiente pregunta que se suscita es saber cómo afecta el momento y el lugar del viaje a la hora de transmitir uno u otro conocimiento. Dicho de otro modo, no es igual el viaje realizado en el siglo XIX de aquel que se lleva a cabo en el siglo XXI. Probablemente en el primero se recababa la información para luego transformarla en formación. Sin embargo, en el momento actual, la información –excesiva muchas veces- se tiene antes de viajar, restando, muchas veces, capacidad de asombro al encuentro directo con lo visitado. Tampoco es lo mismo viajar en la juventud o en la madurez de una carrera, los intereses, los ritmos y la profundidad de la mirada, varían. Por último, también es diferente un viaje al Extremo Oriente, a África, a Europa, a Norteamérica o a Sudamérica.

En el caso que nos ocupa, el lugar de viaje es algo definido: Nueva York y Norteamérica. Y esta distinción, heterodoxa, no es baladí; porque Nueva York pertenece al mundo y no sólo a los Estados Unidos de América. Como suelen decir los neoyorquinos, Estados Unidos empieza al otro lado del Hudson… Porque Nueva York ha sido la Roma del siglo XX y lo sigue siendo en el siglo XXI, el arquitecto viaja a esta ciudad a aprender y este viaje lo han hecho, como se verá más adelante, muchos de los mejores arquitectos de la modernidad.
Unos arquitectos, que en muchas ocasiones, realizaron también el Grand Tour Europeo. Si el arquitecto en Roma encuentra la base de la civilización y de la cultura occidental, cuyo conocimiento profundo es indispensable para llevar a cabo una arquitectura verdaderamente contemporánea, la cuestión es saber qué busca, que encuentra y qué conocimiento extrae el arquitecto en el viaje a Estados Unidos. Este es el objetivo de la investigación para la cual se solicita la beca y que quiere ser el inicio de una tesis doctoral.