El paisaje urbano histórico de las ciudades pertenece a la memoria e imaginario colectivos, a la vez que los contiene y los mantiene vivos. Sin embargo, en gran parte de las ciudades españolas, la evolución urbana ha estado marcada por el desarrollismo y las nuevas zonas de expansión, lo que ha provocado el deterioro y abandono progresivo de muchos centros históricos, pese a ser el origen de nuestras urbes y poseer un gran legado patrimonial, histórico y vivencial.

Para proteger, conservar, difundir y reconocer el valor del paisaje urbano histórico, será fundamental trabajar en la mejora de los espacios públicos insertos en tramas históricas desde su elemento más fundamental: la calle. Es necesario elaborar estrategias que impliquen activamente a la sociedad con su legado patrimonial, de tal forma que se contribuya a afianzar la conservación preventiva, así como el mantenimiento y desarrollo de estos espacios para que vuelvan a ser lugares para la colectividad, el encuentro, el diálogo, la manifestación, la fiesta, el ocio y la educación cívica. Dichas estrategias deben estar basadas en la participación ciudadana, en la apropiación y en la generación de sentimientos de identidad vinculados a lo local, lo emotivo y lo cercano; ya que al no sentirnos ajenos a nuestras ciudades, asumimos la co-responsabilidad del acto de hacer ciudad, comprometiéndonos con el mantenimiento de sus valores. Al mismo tiempo, cuanto más nos reconocemos como parte de un lugar, más nos hacemos custodios y responsables del mismo, garantizándose la continuidad de los procesos participativos urbanos.