Este proyecto de investigación nace de la necesidad de resolver los conflictos políticos, administrativos, profesionales y sociales que existen actualmente en el ejercicio de hacer ciudad y se centra en la búsqueda de alternativas para afrontar un cambio de modelo.

Teniendo en cuenta que actualmente no estamos siendo capaces de abordar los problemas sociales mínimos que requieren los ciudadanos, este es un servicio que deben afrontar responsable e imperantemente las Administraciones.

Tomamos como punto de partida el análisis a las revueltas que se han sucedido a lo largo del siglo XXI y realizamos un breve estudio del nuevo sujeto al que, como profesionales, nos enfrentamos.

El objetivo principal será generar una nueva metodología de actuación para las administraciones y entidades privadas donde se prime el ahorro de costes y energía y el diálogo con los ciudadanos, observando las buenas prácticas que ya se llevan a cabo en otras ciudades y partes del mundo, así como empoderando las que ya funcionan en nuestro país. Todo ello, con la necesidad de hacer ciudad en base al Bien Común, buscando el Valor Social de nuestras acciones ypensando globalmente pero actuando localmente.

Abordaremos la investigación en base a 3 hipótesis:

1. Introducción del Diseño Social como metodología para el ahorro y optimización de la economía y recursos de las administraciones y empresas privadas.

2. Re-aprovechamiento de los Espacios Obsoletos (a todas las escalas) mediante el uso de Infraestructuras sustentables, replicables, adaptables y personalizables. ¿Qué son y cómo solucionar los Elefantes Blancos? ¿Podrían generar estas infraestructuras beneficios económicos a las administraciones y empresas privadas y, en definitiva, a los ciudadanos?

3. Introducción del diseño en base al funcionamiento de Redes Socialescomo espacios físicos de encuentro, para optimizar el uso de nuestras ciudades.

En efecto, la Sociedad debe afrontar un duro ajuste en la escala de prioridades a la hora de hacer ciudad y la caótica situación imperante en la gestión de esta toma de decisiones.

Erradicar el reiterado “El fin justifica los medios” o (el peor aún) “Todo vale”.

El modelo actual está obsoleto — al igual que muchas construcciones — y debe convertirse en un modelo resiliente, replicable y customizable, donde se investigue, valore y aplique (en la medida de lo posible) el potencial de las buenas prácticas ejercidas en otras partes del mundo.

Debemos abolir la realidad de que el patrimonio inmobiliario de las administraciones sea la base de su única riqueza, ya que toda aquella que no pueda sostener su propio mercado inmobiliario, menospreciará los derechos fundamentales de sus propios ciudadanos, los que, en definitiva, deben ser la inversión más importante de dichas entidades.

Apostar por procesos más participativos, estrategias globales aplicadas localmente y el uso de las inversiones inmobiliarias de las administraciones y empresas como herramientas dentro de un proceso positivo, no como un fin en sí mismo.

Todo ello guiado por los llamados catalizadores, liderado por los propios ciudadanos y con el apoyo de nuestras administraciones.