La arquitectura corporativa, al servicio de la empresa, de las marcas, del poder, incluso de la religión… es un tema presente a lo largo de la historia en todos los sectores.

¿Cómo puede cambiar el arquitecto, como proyectista, como visionario o como artista, la imagen de una marca o la de un sector entero?

¿Qué factores, aparte del meramente económico, intervienen en la percepción que el público tiene de una empresa?

Esta investigación se centra en las necesidades del cliente, abordándolas desde dos puntos de vista distintos: la empresa o la marca como cliente del arquitecto, y el público o los consumidores como clientes de la empresa. El arquitecto, cuando se enfrenta a un reto de tal magnitud, se ve obligado a satisfacer las necesidades de ambos, a niveles distintos.

El tema de la industria siempre ha despertado una fascinación peculiar en los arquitectos, sobre todo a lo largo del siglo XX. La funcionalidad máxima que exigen los espacios industriales casa muy bien con concepciones de los edificios como “máquinas” que cumplen una función con la máxima eficiencia posible.

Cuando a esto añadimos además una imagen de empresa, un edificio como bastión y escaparate, en definitiva, una muestra de poder que sirva para publicitar la empresa o darla a conocer, el interés es aún mayor. Un caso emblemático de esta situación se da en el mundo de la industria cervecera.  

El caso de la industria cervecera ha sido bastante significativo desde que se crearon las primeras grandes empresas cerveceras en el siglo XIX. Este tema surge como motivador principal para elaboración de un Proyecto Fin de Carrera que ha conllevado varios meses de investigación, centrados en el modo de cubrir unas necesidades proyectuales muy específicas. El objetivo es poder continuar con la investigación iniciada en este proceso, ahondando en el papel catalizador de la figura del arquitecto, viendo qué puede aportar al mundo de la empresa actual, partiendo de lo que significó la arquitectura corporativa en épocas pasadas.