A partir de un proyecto de fin de carrera en el que se exprimenta el aprovechamiento del calor del agua termal, propongo continuar esta investigación en Nueva York.

El edificio del proyecto recupera la relación del lugar
con las aguas termales  existentes en el subsuelo del terreno utilizando la temperatura y la humedad que nos proporciona como pauta de la intervención.

Tomando como referencia un invernadero de tomates ya existente que aprovecha el calor del agua termal para mantener una temperatura y una humedad adecuada para el cultivo del tomate durante todo el año, la intervención parte de una zona más caliente donde haya un aprovechamiento directo de la energía del agua termal . A continuación, tenemos un elemento, por donde se transfiere el calor del vapor de agua generado por las aguas termales, garantizando una temperatura de confort en invierno.

Por último tenemos una pieza  que se encuentra desvinculada completamente de esa fuente de calor.

El proyecto pone en evidencia la importancia energética del agua termal, creando un nuevo camino hacia la utilización de los medios naturales en zonas frías, proponiendo una vía a la que todavía se le puede sacar más fruto, haciendo posible una nueva victoria para la sostenibilidad en la edificación.