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carles oliver barceló

Arquitecto
E.T.S. A - Barcelona - UPC
BALEARES | ESPANHA
http://local16arquitectes.blogspot.com.es/

2015 (I)

¿Cómo queremos vivir?

¿Cómo deben ser nuestras ciudades?

Lo único seguro es que se ha construido en exceso y mal, y por tanto orientamos nuestro trabajo hacia:

1. No hacer. O hacer lo mínimo.

2. Rehabilitar y transformar.

3. Deshacer y desmantelar.

4. Construir aquello que sea imprescindible como necesidad social.

En este proceso, construir y de-construir deben ser lo mismo, un modo de pensar. Herramientas a nuestra disposición.

  

Buscando dar respuesta a estas premisas, abordamos la práctica desde 5 aproximaciones, habitualmente opacas y estancas entre sí:

 

1. La economía de medios: cuanto más nos reducen el presupuesto más circula la imaginación. No se trata solamente hacerlo barato, es una forma de pensar consustancial al ejercicio de la profesión en cualquier época y lugar.

 

2. La reutilización y el reciclaje: Jujol &t he Garbage Warriors. De los edificios e instalaciones obsoletas. De los residuos. De la memoria de un sitio.

Lo que la gente hace de forma natural por necesidad, entre arquitectos sigue siendo de friki. Habrá que normalizarlo ya.

 

3. La académica: heredera de las enseñanzas del movimiento moderno bien entendido. La que lleva las propiedades de los materiales al límite. La del respeto por el entorno y la integración paisajística. Una arquitectura que no se nota.

 

4. La eficiente energéticamente: solucionar el puente térmico con la misma naturalidad que el agua corriente. Garantizar el confort climático y la autosuficiencia energética del modo más pasivo posible, sin esclavizarse a tecnologías complicadas. La independencia como forma de vida.

 

5. La bio-construcción: utilización de materiales sanos y de procedencia lo más ecológica posible, preferiblemente locales y ligados a la tradición constructiva del sitio, respetuosos con el medio en su ciclo de vida completo: extracción, fabricación, vida útil y posterior reciclaje. Reducir al máximo la huella ecológica no implica hacer casitas de enanitos.

 

Esta propuesta da lugar a una forma de trabajar hiper-local, en la que el proyecto deviene MAPA DE RECURSOS del lugar y sus habitantes, como sucede en la arquitectura tradicional.

 

Esta circunstancia nos lleva a trabajar indistintamente con todos los materiales, espacios y técnicas constructivas que nos han llegado hasta hoy. Si nos sirve, nos es propio.

 

Hay que ser como el Sr. Lobo*: Solucionamos problemas.

*Pulp fiction

 

2015 (II)

El arquitecto funcionario.

En general, existe un discurso recurrente de que la función social de la arquitectura se desarrolla desde el estudio profesional o desde la calle, a modo de resistencia.

 

Es imprescindible que el compromiso social se desarrolle también desde la administración, donde se toman las decisiones con mayor repercusión. Los arquitectos no vamos a cambiar el mundo, pero es nuestra obligación colaborar en el desarrollo de nuevos modelos a disposición de quien los necesite, para hacerlo un sitio más amable, cómodo, igualitario y equitativo.

 

Abordar el problema del habitar y de la gestión del territorio desde otra perspectiva que entienda nuestra condición de parte de un ecosistema en el que todo está relacionado e interconectado entre sí.

 

Para ello, hay que participar en esa toma de decisiones. Modificar las inercias y redirigir los esfuerzos pagados con el dinero de todos hacia las necesidades colectivas, aprovechando y optimizando los recursos públicos.

 

Ahora que ya hemos aprendido a construir, podemos olvidarnos de ello para enfrentarnos a las necesidades y prioridades sociales actuales. Por ejemplo, desarrollando propuestas para el nuevo Plan de Vivienda Autonómico 2015/19.

 

 

2012

“Un arquitecto que diseña jardines tiene tendencia a la composición de línea y ejes, si es hombre de ambición limitada; (...).

Pero hay otra forma de hacer jardines, que llamaré de “hortelano”, para entendernos. Es difícil explicarla con palabras, porque es algo muy ligado a la tierra, al agua, a la savia de las plantas, al viento que sopla, a la luz del sol, a los moscardones y los gusanos... y muy poco verbal y razonable. Cualquiera preferiría no tener que dibujarlo y replantearlo simplemente con una caña en las manos, rayando la tierra entre el estiércol y las moscas.”

RUBIÓ I TUDURÍ, 1934.